Homo friend
Rodrigo Fresán – Página/12 – 08-10-19
DOS Y así fue como se definió catódicamente al
catatónico fin/principio de milenio: todo se movía entre la nada asumida
de Seinfeld y el todo consumidor de Friends. Y
nada es casual y todo se conecta: David Crane y Martha Kauffman --creadores
de Friends-- hicieron el casting de posibles guionistas a
partir de la lectura de libretos no producidos en su momento para Seinfeld. Y
sí: dos sitcoms en los que el tema era la amistad (o la
elección de esa familia alternativa que son los amigos; basta para comprenderlo
el mal/trato que suelen recibir los padres biológicos de los protagonistas en
ambas series). Pero una amistad abarcada y comprendida con modales muy
diferentes: Friends era Dr. Jekyll y Seinfeld era
Mr. Hyde. Friends transcurría en una New York idílica y Seinfeld en
una Manhattan traumática. Friends era la cálida cafetería
Central Perk y Seinfeld era la siniestra madriguera donde
acechaba el Soup Nazi. En Friends aleteaban tres inmaduras
Wendys y tres lost boys que a lo máximo que podían llegar era
a Peter Pan, mientras que en Seinfeld todos parecían haber
alcanzado su fecha de vencimiento. En lo único que se parecían una y otra era
en los sueldos multimillonarios que habían acabado alcanzando sus exitosos
elencos (con una química similar a la que tuvieron los ya mencionados Beatles
que, en Friends, les equivalió a empezar ganando 22.000
dólares por episodio hasta alcanzar el 1.000.000 por semana) y en esa ficción de
habitar en pisos cuyos alquileres en la realidad serían imposibles de pagar por
sus inquilinos (en especial para Joey Tribbiani y Cosmo Kramer). Y en que ambas
tenían risas grabadas/enlatadas que, claro, se reían de cosas muy distintas.
Así, Rodríguez siempre tuvo la perturbadora sensación de que él se reía
con Friends mientras que Seinfeld no hacía
otra cosa que reírse de él.
TRES Tal vez por eso ahora --a propósito de la los
festejos y del relanzamiento de la serie en Netflix y su ininterrumpida emisión
en más de 130 países por la que los actores protagónicos continúan recibiendo
sustanciosos royalties-- los comisarios de la corrección política y
los vigilantes del neo-moralismo extremo cargan contra la dócil y
buenrollista Friends y no se meten con la feroz y ácida Seinfeld. Sí,
los jóvenes de hoy en Estados Unidos y, por extensión en el resto del mundo
--Rodríguez lee que se los denomina, por su pureza, la Snowflake
Generation y que está compuesta por universitarios de clase
media-alta-- detectan en la generacionalmente X Friends machismo
y racismo y sexismo y homofobia (en especial de Chandler, hijo de padre trans).
Les preocupa más eso que (cuando termine la engañosa tregua de sus estudios y
se deje de emitir su vida como cómodos y acomodados extras de protesta en
manifestaciones/quedadas con amigos convocadas vía Twitter para luchar por
rebeldes causas que duran incluso menos que el tiempo transcurrido entre uno y
otro de Friends) la terrible realidad de llantos embotellados en la
que será mucho más probable que acaben, como mucho y si hay suerte, en el rol
más de cuarta que secundario de camareros en el Central Perk antes que tan
preocupados en primer plano por la chica del departamento de enfrente.
CUATRO En cualquier caso, la verdad sea dicha: Rodríguez
vuelve a Friends porque siente que el mundo era mejor que
ahora cuando la vio por primera vez. El cambio climático apenas comenzaba a
calentar su globalidad. Y no se padecía localmente el constante runrún
del rerun del Procés como serie cada vez menos seria pero no
por eso privándose de llamar a la desobediencia civil y cappuccinos para todos
a cuenta de dinero público en lo de Gunther. Y la momia de Franco no era el
"tipo feo y desnudo" al que todos miran pero nadie ve. Y --acaso lo
más importante de todo-- reviendo a ese grupo de amigos le conmueve ver lo
mucho que se tocan y se besan y abrazan sin temor no al que dirán sino a lo que
les dirán. Rodríguez leyó hace días un artículo donde se diagnosticaba a los
Estados Unidos de hoy como "país con decreciente cultura del tacto" y
en la que se organizan "fiestas de abrazos" y "alquilan
amigos" entre 10 a 50 dólares la hora para paliar el boom/crash de la
adicción a vivir en las redes (a)sociales que ha acabado generando "una
epidemia de soledad".
La
propuesta que Crane & Kauffman hicieron en su momento a la NBC fue la de
una comedia que "tratase acerca del sexo, el amor, las relaciones, las
carreras, en una época de la vida en la que todo es posible". De ahí la
creencia casi desesperada que no hay conflicto existencial o problema práctico
que no pueda solucionarse en 22 minutos promedio y que --como canta esa canción
que desea tanto ser beatle pero en verdad es más bien monkee-- alguien o
algunos siempre estarán allí por los otros, por uno, por ti.
Aunque
muchos --demasiados-- no serán amigos dentro y fuera de serie sino enemigos en
serio.
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